
Desde que se desató el brote a mediados de octubre y hasta el viernes han muerto 1.344 personas, pero Fisher cree que esta cifra sea mayor por la falta de datos de las áreas remotas. Además vaticina que hay entre 60.000 y 70.000 enfermos de cólera, y no unos 50.000, como apuntan las cifras oficiales. Resulta "casi imposible detener la propagación de estos casos porque es muy contagioso. Aquellos que portan la bacteria del cólera suelen tardar días en manifestarlo, y hasta ese [momento] se pueden haber trasladado adonde sea", ha explicado Fisher. En opinión de Fisher, la ONU y los grupos de cooperación deben "ampliar significativamente" su respuesta a la catástrofe, y aconseja que los grupos religiosos distribuyan pastillas potabilizadoras, así como establecer más centros de atención. Lamentablemente, los haitianos se oponen a la instalación de dichos centros en sus vecindarios.
A este rechazo hay que sumar la idea generalizada de que efectivos nepalíes de la fuerza de pacificación de la ONU (Minustah) son quienes introdujeron la enfermedad en el país, donde hacía un siglo que no se registraban casos de cólera. Han muerto al menos dos personas en los enfrentamientos entre soldados de Naciones Unidas y manifestantes, mientras que decenas de individuos han sufrido heridas. La ONU no duda en culpar a agitadores de arengar a la población de cara a las elecciones convocadas para el domingo. El presidente de la Minustah, Edmond Mulet, asegura que no hay "ninguna prueba científica" que verifique esta versión sobre el origen de la epidemia. Hasta ahora todas las pruebas han dado resultado negativo, pero los expertos continúan investigando, ha subrayado Mulet.
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